CLASICISMO Y MODERNIDAD

Fondo Nacional de las Artes. 


Casa Victoria Ocampo

JOSÉ FIORAVANTI. 1896-1977
CLASICISMO y MODERNIDAD.


Curadora :  ANA MARTÍNEZ QUIJANO



Desde hace décadas, los argentinos tenemos frente a nuestros ojos las obras monumentales de José Fioravanti y rara vez las miramos. El miércoles 4 de diciembre se inaugura una exposición del escultor José Fioravanti en la Casa Victoria Ocampo con sede en la calle Rufino de Elizalde 2831.
Pero ¿quién es Fioravanti? Su carrera se inicia en 1919 con un premio del Salón Nacional y pronto ocupa un papel estelar en los escenarios de la Argentina y Europa, donde recibe el elogio de la crítica y la aceptación del ambiente artístico e intelectual. Si bien tuvo “humildes maestros desconocidos”, Fioravanti es autodidacta y su arte es fruto del talento, pero también del esfuerzo. Su verdadera escuela fue la mirada. En 1934 expone sus obras en el Museo del Jeu de Paume de París, honor que sólo mereció el francés
Antoine Bourdelle entre los escultores de Francia. La muestra es un éxito y la crítica consolida su ascendente carrera. Sus monumentos cruzan el Atlántico, se exhiben en el Museo Nacional de Bellas Artes y se emplazan en Buenos Aires.
Si se mira la trayectoria de Fioravanti desde la retrospectiva, descubrimos el tiempo hermoso que le tocó vivir. El artista conoció en la lejana Grecia y en Egipto el “no-tiempo” del arte, cercano a la idea de eternidad que buscaron expresar los renacentistas. Con esos tesoros en sus ojos trabajó en París, cuando era la ciudad de Rodin y Maillol, entre otros genios que influyeron en sus obras en la misma medida que el arte
de la Antigüedad. Con el atractivo de una belleza idealizada, Fioravanti contribuye a construir, en el período que ingresan al país las grandes masas migratorias, la identidad de una nación cosmopolita, pero con valores propios. Con sus hábiles manos, traslada a la piedra personajes heroicos de la historia argentina como José de San Martín y Manuel Belgrano, y americanos, como Rubén Darío, Simón Bolívar y Franklin Delano Roosevelt.
Precursor además del arte Pop, es autor del Monumento al Lobo Marino. Lejos de cualquier retórica y atento tan sólo a su propio canon, su trabajo aspira a convocar la poesía. En efecto, cuando le preguntan qué es “eso que llamamos belleza”, responde: “La poesía que emana de toda obra artística émula de la naturaleza y que ennoblece la vida”.
Vale la pena volver a mirar las obras de nuestro artista que cayeron en el olvido, hoy consideradas tal vez irreflexivamente como anacrónicas o, sencillamente, de otra época. La serie de obras cumbre del Monumento Histórico Nacional a la Bandera son testimonios de nuestra historia y elocuentes mensajes para las generaciones que vendrán
La Casa Museo Magda Frank – Fioravanti, invita a recuperar nuestro pasado en la casa que perteneció a Victoria Ocampo, donde nació la revista “Sur”.


 

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