Durante la Segunda Guerra Mundial, la historiadora del arte Rose Valland había comenzado a rastrear el destino de las obras de arte que los nazis saqueaban. Sus notas, además de registrar la visita al museo Jeu de Paume del jerarca Hermann Göring, sirvieron para recuperar colecciones enteras e, incluso, para alertar a la Resistencia Francesa y que no bombardearan los trenes que transportaban verdaderos tesoros artísticos. Resulta extraño que los franceses eligieran para ilustrar una serie de estampillas postales y homenajear a la heroica Rose Valland –curadora de Jeu de Paume– una imagen de ella junto a una estatua de Fioravanti de 1934. ¿Justifica la belleza platónica de la obra la ausencia de Maillol o Bourdelle? La guerra era ya un recuerdo cuando en 2018 se publicó la estampilla en Francia con un costo de 1,20 euros. Fioravanti había muerto y su patria prácticamente lo había olvidado. En la foto, Rose Valland, pequeña, discreta y vestida de negro, posa mirando hacia la cámara con sus grandes anteojos, junto a la inmensa estatua blanca y desnuda, bella como una Venus. La historia, la alegoría del Monumento a Nicolás Avellaneda, compenetrada en la lectura, duplica en tamaño a Valland. Con la cabeza levemente inclinada hacia abajo, la estatua ostenta una proporción perfecta en su cuerpo redondeado, sus formas curvadas establecen un sincretismo entre el canon del clasicismo y la contemporaneidad del personaje. La figura femenina con un libro entre sus manos encarna los sentimientos más puros. Tallada en París y expuesta en Jeu de Paume, hoy se encuentra en el parque Tres de Febrero de Buenos Aires. Con sus más de dos metros de altura, la piedra de Pouillenay exhibe la fortaleza del cuerpo apoyado sobre la pierna derecha, mientras cruza la izquierda y con un discreto contraposto rompe la frontalidad. Así mantiene su actitud serena y sosegada, sobre el imponente pedestal art déco. El nombre “Rose Valland 1898-1980”, quien al fin de la guerra recibió numerosas condecoraciones y fue nombrada conservadora de los museos nacionales de Francia, se lee en la estampilla junto a una rosa, cultivada especialmente en su homenaje.